Era una chica que poco a poco fue perdiendo vitalidad, las ganas a veces estaban y en mayoría no. Su cabeza un torbellino de pensamientos en su mayoría malos, vivencias que solo le hacen quedarse quieta, callada y con miedo. Siempre ha estado en mil pedazos, nunca ha ido en una sola pieza y en cada parada de su camino la hacen mil pedazos más. Es algo de admirar siempre sonríe, se arregla como si todo estuviera bien, por dentro se está muriendo. El dolor la consume, ese dolor que se aposta en el pecho, no en ningún órgano, no es un corazón roto nunca lo ha sabido explicar, ni los científicos. ¿Será que es verdad, que el alma duele? Ese dolor agudo que se pronuncia en días grises quitándole la poca paz que lograba conciliar, la estabilidad de sonreír sinceramente, de que no tuviera que fingirla. ¿Qué será esa parte? Que siempre acecha y ataca en los momentos más débiles, esa que la hace confundir y dudar de la existencia misma. La hace entrar en pánico, llorar desconsoladamente, la hace sentir sola, se quedó sin aliento y en los últimos esfuerzos pensaba desesperadamente a quien podía acudir, con quien ella contaría, quien la escucharía...nadie.
Dejó que el dolor una vez más la consumiera, ella batalló pero eso que la acecha es más fuerte y puede sobre ella, le destroza. Repito es de admirar, muchas personas padecen lo que ella, muchas lo superan, otros no tanto, pero ella al día siguiente se arregla como nunca finge su mejor sonrisa y se pone de nuevo a disposición del mundo con la mejor de las actitudes.
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