Su amor era
incondicional, sublime, como la bella y la bestia, donde yo era esa bestia
estoica, ese ser de pensamientos egoístas y lapidarios, de mente indomable, de alma insatisfecha, un animal de ambiciones, quería ser líder de
un gran movimiento revolucionario, quería ser diferente, y ella en cambio era bella,
era como una lámpara que ilumina en la densa neblina, ella lo miraba y
sostenía esa mirada con calma y paciencia, ella se deformaba para ser convexo y
acomodarse al cóncavo del ser de la bestia.
La bestia la amaba sin duda, se
sentía admirado por su extraña belleza, por su dedicación hacía él y eso lo perturbaba. Por fin alguien creía en sus ideas.
A menudo
solía pensar que era una suerte haberla encontrado esa noche. Al final el amor
nos encuentra a todos.
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