Estamos tristes porque no estamos juntos, pero la verdad es que va más allá. No estamos físicamente al lado del otro pero si presente en esencia y amor, en los recuerdos y en las paredes de esta casa e incluso en las gatas, si me da un poco de melancolía, desde el comienzo fuimos muy unidos, yo siempre contaba los días para verte, primero esperaba con ansias que llegaran los viernes y no necesariamente porque se acaban los días de trabajos, no, después de que comenzamos a salir, solo quería volver a verte. A los pocos días las ansias se acortaban más porque ya no tenía que esperar hasta los viernes, sino hasta el miércoles, un día que se volvió tan especial y ni siquiera sé como pasó o como se llegó a determinar que los miércoles estaría contigo, el jueves amanecer juntos, y el viernes volvernos a ver. Después de esto ya la angustia de esperar hasta el viernes se había disipado.
Así fueron pasando nuestros días, nuestros mesarios, pasó inclusive el año, después de hablarlo y meditarlo tan bien, nos aventuramos y de la misma manera nos arriesgamos. Decidimos mudarnos juntos, convivir y creo que no nos ha ido mal. Nos acostumbramos a muchas cosas, en compartir todo nuestro tiempo, muy pocas veces nos alejábamos del otro, pero por muy pocos minutos, luego volvíamos.
Fue un gran conflicto lo que pasé y ahora quizás sobrellevo, el saber que te ibas a ir, estaba bien saber que eran 3 días, incluso 2 semanas, para mí estaba bien porque sabía que después de ese tiempo volverías a mi, pero es el no saber cuanto tiempo podría pasar para volver a verte, es lo que me mortifica (sí, puede leerse muy dramático) pero no lo es tanto...me molesté, te oculté lagrimas, justo cuando hablamos, tenía nudos en la garganta y mejor porque no tenía nada que decir más que asentir.
Es que tampoco podía prohibirte, negarme a una mejoría porque yo quería que te quedarás (tampoco es que me fueras hacer caso). No podía ser egoísta, si esto implicaba estar mejor, nuevas oportunidades, nuevos retos, nuevos cargos, quizás y acá logres lo que tanto has anhelado, por lo que tanto has trabajado. No puedo impedirte el paso, todo lo contrario, soy yo la que debe darte alas, apoyarte y seguir animándote durante el proceso. Así lo hice, por tanto que me desconcierte a veces, que me den crisis, que te extrañe demasiado, sé que si fuera al reves, de igual manera sería.
Te agradezco porque me has dejado algo que me ha ayudado, el Rajá Yoga, mientras no estás medito, ralentizo mis pensamientos y trato hacer que te lleguen todas mis buenas energías.
Aunque no te voy a negar, la angustia sigue, sin saber cuando volveré a verte.
P.D.: Nunca es tarde para publicar.
No comments:
Post a Comment